Estos son dos términos que normalmente confundimos. Reconozco que yo me consideraba una persona con mucha empatía. Pensaba erróneamente que las emociones no eran importantes, sino los comportamientos que se muestran a primera vista entre dos personas que se conocen previamente.
Esta situación la he visto y vivido en varias ocasiones, “tío lo acabo de dejar con mi novia, estoy muy jodido”, “no te preocupes será por mujeres, hay muchas, vamos a tomarnos unas cañas y se te pasara (pensamiento interno: “Soy un tío con mucha empatía, como lo he solucionado, y seguro que esto le ayuda”).
Probablemente hayas sentido o dicho estas frases en algún momento de tu vida, tanto si has sido protagonista de la acción como cómplice de la misma, una pequeña parte de ti habrá entrado en conflicto tanto en ese momento o a posteriori.
El coaching me ayudo a detectar y gestionar las emociones tanto propias como ajenas, de hecho, este es el primer paso para entender la empatía. La inteligencia emocional trabaja desde este prisma, si por ejemplo conozco la tristeza, y la detecto en alguien con el que estoy hablando, puedo verme reflejado en él/ella, recordar ese momento por el cual pase y adaptar mi conversación para poder apoyar de la mejor manera posible a la persona con la que estoy.
La escucha activa es fundamental para desarrollar la empatía, apagar nuestro diálogo interno, y simplemente escuchar, cuando adoptamos esta posición es más fácil poder entender a la otra persona y conectar de una manera especial. En cambio la simpatía actúa desde el te quiero ayudar y aquello que me digas le restare importancia para hacer valer mi consejo, por tanto no hay una escucha activa.
Es complejo mantener una actitud empática de manera constante si no se trabaja de forma habitual en nuestras relaciones, por esto tendemos a actuar de manera simpática con la gente que nos rodea, no lo hacemos de forma consciente sino que manejamos las situaciones como hemos aprendido y lo hacemos con la mejor de las intenciones. Cuando empezamos a mejorar en la gestión de nuestras emociones, es decir, “nos trabajamos”, pasamos a desarrollar el consciente y esto genera un choque en nuestro SER (conflicto), ya que estamos habituados a unos comportamientos que considerábamos “bueno, normales”.
La consecuencia es que empezamos a gestionar las emociones de una forma diferente, tanto las internas como las externas, y una vez que se genera este hábito tanto tú, como tu entorno notaran que ha habido un cambio. Tu relación con el mundo ha cambiado ya que se empiezan a generar sinergias emocionales.
Respecto a la situación mencionada una respuesta empática sería, “eso debe ser muy doloroso, imagino que estas en una situación complicada, estoy aquí si me necesitas”, este tipo de gestión va a generar en el otro una reacción de comprensión, que tranquiliza y apoya de manera genuina.
Por último es necesario, no generar una dependencia emocional, empoderando a la otra persona transmitiéndole confianza en sus propias capacidades, reforzándole y animándole.
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