Hace unos años descubrí el coaching por casualidad, mi pareja pasó por un proceso de coaching personal y ví como empezaban a ocurrir cambios en su forma de relacionarse consigo misma y con los que la rodeaban. Al principio no creía que esto fuera posible pero observe algo que me atrajo mucho, ella estaba más feliz gracias a ser más consciente de sus propias emociones, aprendió a trabajar su alegría, tristeza, miedo, enfado y sorpresa. Con el tiempo he aprendido que esas emociones son neutras y que nosotros decidimos que pensamientos asociamos a las emociones para crear nuestros sentimientos.
Por todo ello empecé a formarme como coach personal y ejecutivo, ya que sentía gran entusiasmo al poder gestionarme mejor, aprender las herramientas que tenemos y no usamos, y en definitiva ser un poco más feliz. Además poder apoyar a los demás antes estas situaciones y conflictos que nos surgen en el día a día, fue mi motivación para realizar este desarrollo personal que hoy puedo compartir con los demás.
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